martes, 10 de septiembre de 2013

PERO NO FUERON ARROLLADOS NUESTROS SUEÑOS (Mario Contreras Vega, 1947)


Sólo que aprendimos a ocultar la voz para llamarlos;
a reconocerlos
por palabras cruzadas que no todos entendían,
(pues aferrados estábamos al débil junco de los ríos
mientras el agua hacia el abismo intentaba arrojarnos...)
Así sobrevivimos:
puliendo piedrecillas para ahuyentar las horas
y por dentro deshechos como leño en la ciénaga.

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