jueves, 22 de noviembre de 2012

LAS POETISAS (Nana Gutiérrez, 1927-1985)


OJO!

Han de saber Ustedes
que no hay nada mas deplorable
nada mas fastidioso
que las Señoritas Poetisas!
Estas Señoritas han invadido el mundo
han invadido los Círculos Literarios
han hecho morir del corazón,
a varios catedráticos!
Las hay de todos colores
y de todas tallas:
Poetisas de bigote
Poetisas sin escrúpulos
Poetisas con dientes postizos
Poetisas con faltas de ortografía
Poetisas flacas como
agujas de costureras tristes.
Poetisas en busca de un marido
Poetisas terror de Editoriales!
Poetisas que persiguen
a los Premios Nacionales.
Poetisas madres de familia.
Poetisas que van por las calles
ubicando a sus victimas.
Y las hay peores:
Poetisas Lolitas
Poetisas beatniks
Poetisas con pantalones
Saint Tropez
(capaces de volver loco a
cualquier Poeta del gremio)
Poetisas que escriben con el dedo.
Poetisas que sueñan con ser hombres
Poetisas recién dadas de alta
del Hospital Psiquiátrico.
Poetisas en tratamiento perpetuo.
Poetisas de provincia
Poetisas de la Antártida
Poetisas capaces de odiosos recitales.
Poetisas a punto de suicidarse
Poetisas de vuelta del suicidio.
Poetisas para bautizos
Poetisas adictas
a tomar Coca Cola.
Poetisas de pelo en pecho.
Poetisas picadas de viruela
Poetisas Beatles.
Pero, Ojo! Señores, todas ellas
terminaran con esta
maquiavélica invasión
con esta lluvia
con este vendaval
con este azote
con esta nueva especie atómica
acabaran os digo
Con todos los Géneros Literarios!
¡Dios Mío!

domingo, 11 de noviembre de 2012

EL POEMA FAVORITO (Aristóteles España, 1955-2011)



Se fue el poema con sus parodias fantasmales,
estaba en el pie izquierdo de André Bretón,
con sus dedos sucios de nieve y helicópteros,

también historias policiales donde un gnomo
fustigaba al poeta Sócrates Francia en un bar
lleno de pescadores chinos,
de islas con serpientes sin adjetivos,
el hedor a polis cerrada, a prisiones, y humo.

Eran mañanas tristes donde no existía la dulzura,
el amor colgaba de un volantín mojado,
con muñecas llenas de violines,
¡qué maravilla!, los poemas saltaban como ranas,

y se iban caminando sobre el espacio desértico,
con páginas de agua, heredades de frutas

y en el fondo, una hoja en blanco, rota, que fingía ser tordo,
como el pan de endecasílabos quemado en el horno;

entonces, el poema se fue, dejó sillones, honores,
y entró a ese laberinto con moscas y muerte,
cayó en una depresión, dijo, estaba en el techo,
se creía una lechuza, una pierna, la página!